Para el maestro Dzongsar Jamyang Khyentse, no es la
ropa que usas, ni las ceremonias que realizas ni la meditación que haces. No es lo que comes ni lo que bebes,
tampoco es con quién tienes relaciones sexuales. Sino que se trata de comprender y estar verdaderamente de acuerdo
con los cuatro descubrimientos fundamentales que hizo el Buda bajo el árbol Bodhi, y si así lo haces, puedes
considerarte Budista.
Una vez, viajando en avión, estaba sentado en el asiento del medio en la fila del centro en un vuelo trasatlántico, el
hombre sentado a mi lado, tratando de ser amigable, viendo mi cabeza afeitada y mi camiseta burdeo, supuso que yo era
Budista. Cuando sirvieron la comida, en un gesto de amabilidad me ofreció pedir comida vegetariana para mí. Habiendo
asumido - correctamente - que yo era Budista, también asumió que no como carne. Ese fue el comienzo de nuestra
conversación. El vuelo era largo, así que para aprovechar el tiempo, nos pusimos a hablar de Budismo.
Te invitamos a descubrir el último CD que ha producido Dag Shang Kagyu:
Cantos de prácticas interpretados por Lama Drubgyu y
Sönam Deki, con una adaptación musical de Javier Quero.
Muchos místicos, grandes lamas o grandes yoguis, en especial en el Linaje de la Tradición Oral, utilizan la música
y los cantos como método para liberar, simplemente “por la audición”.
Son melodías que purifican la mente del oyente y fuente de grandes beneficios para todos los seres.
No existen maestros si no hay discípulos. De modo que hablar de un ser especial, único y sobrenatural que te va a guiar
hacia un estado de trascendencia es solamente consecuencia de asumir el rol de discípulo. No importa mucho si existen
seres así, lo que importa es que tú creas que existen y que hayas puesto tu fe en algún ser humano en concreto. Pueden
haber errores y elegir el maestro equivocado, pero por eso es preciso observar cuidadosamente y cuestionar al candidato
a tu maestro.
Lo cierto es que tener un maestro es una tarea personal, una decisión interna de ser discípulo. No es una persona
evolucionada y distinta quien te lleva a la iluminación sino tu actitud y tu forma de relacionarte con aquel al que has
atribuido el rol de tu maestro. Lo de menos es que tu maestro sea alguien, esté iluminado o lo que sea. Lo crucial es
que sepas ser un discípulo.
Necesitamos un maestro porque vivimos adheridos a la comodidad y el bienestar social; pero no es muy distinto a cuando
de pequeños nuestros progenitores nos obligaban a ir a la escuela. Si por nosotros hubiera sido, nos habríamos pasado
el día jugando. Ellos con más visión y una mayor perspectiva del futuro no obligaron a hacer algo que simplemente iba
contra nuestra naturaleza. Lo mismo hace el maestro, sin él jamás abandonaríamos la dependencia del mundo sensorial ni
tendríamos la oportunidad de abrirnos a conocer nuestra realidad más profunda. Pero para que uno sea capaz de escuchar
su voz y su dirección antes tiene que atribuirle ciertos poderes y cualidades. Esta atribución es ser discípulo.
Como con todas las necesidades, el gran peligro es convertirla en dependencia. Hacerse dependiente es vivir la vida a
expensas de otro, es volverse incapaz de actuar y funcionar bien sin la presencia o estimulación del otro. Un sujeto
muy dependiente de su maestro no puede desvincularse de él y llena su vacío personal con la imagen del maestro. Por el
contrario, necesitar un maestro en el camino espiritual no significa que pierdas tu individualidad, autonomía,
responsabilidad y capacidad de decisión.
Hay numerosas personas que viven con el malentendido de que la relación perfecta con el maestro debe ser una forma de
dependencia. El error fundamental es olvidar que asumir el rol de discípulo significa tomar ciertas responsabilidades y
decisiones. No hay lugar para dependencias, decides respetar a esa persona que te complementa en el rol y verle como un
guía haga lo que haga, y escuchar sus instrucciones como formas de iniciación. El énfasis no se halla en el maestro.
dirigidas por Venerable Saldon
Sravasti Abbey, Washington, USA
grabadas en 2008
Las Meditaciones Guiadas del Lamrim de Venerable Chodron, fueron traducidas al español y
grabadas por Venerable Saldon.
Las 42 grabaciones que aparecen a continuación, son meditaciones dirigidas que pertenecen a las etapas
del camino conocidas como Lamrim. Da un clic aquí para ver
un resumen completo del camino del Lamrim. Las grabaciones originales en inglés están disponibles en
Snow Lion, da un clic aquí para obtener más información.
Para aquellos buscadores que desean seguir un camino espiritual con autenticidad y entrega, no siempre es
fácil encontrar un guía en el cual depositar su confianza. Es importante saber cómo se escoge un maestro y
cómo reconocer si reúne las cualidades necesarias. El Dalai Lama responde a estas preguntas que le formulan
desde el público en una de sus enseñanzas sobre meditación: “Debemos investigar la erudición de la persona,
la habilidad para expresar temas, y ver si aplica estas enseñanzas a su conducta y experiencia diaria. Y es
con el tiempo como mejor pueden verificarse estas cualidades”. (‘La política de la Bondad’, Ediciones
Dharma).
En esta respuesta, destaca una expresión que no puede pasar desapercibida para nadie: ‘con el tiempo’. El
tiempo, no el metafísico, sino el convencional, ese concepto inaprensible que nos sirve como referencia
para movernos por el mundo y establecer fechas y aniversarios. Ese factor de nuestras vidas que pone a
prueba, más que ningún otro, la calidad y autenticidad de los sentimientos entre los seres humanos: la
amistad, el amor, la fidelidad... Que sirve para acreditar, como dice el Dalai Lama, las cualidades y
virtudes humanas cuando son verdaderas.
Precisamente este año, un numeroso grupo de budistas españoles celebra un feliz acontecimiento: el
veinticinco aniversario de la llegada a España y su permanencia ininterrumpida entre nosotros –salvo breves
viajes efectuados a su monasterio de la India y el Tíbet- de un notable maestro del budismo tibetano, uno
de los primeros en llegar a nuestro país y, en estos momentos, el más antiguo de todos los
residentes.
Ven. Lobsang Tsultrim
En junio de 1981, procedente de la India, aterrizó en el aeropuerto de Barcelona el lama y gueshe Lobsang
Tsultrim, que para sus discípulos iba a convertirse en “Gueshe-la”. Esta es la fórmula cariñosa utilizada
en el Tíbet para dirigirse a un maestro que posea la dignidad de gueshe, un título equivalente al de doctor
en filosofía y teología en Occidente. Desde entonces, Gueshe-la ha sido, y es, la forma familiar y
entrañable que sus discípulos adoptaron para dirigirse a él.
Gueshe-la nació en el año 1931 en un pequeño pueblo llamado Nang Sang, perteneciente a la región de Khan,
un lugar remoto del Este del Tíbet. Uno de esos lugares a los que se refiere la viajera Alexandra
David-Neel en sus interesantes y amenos relatos de viajes, que parecen fantásticos y fabulosos, pero que
solo reflejan la realidad de sus experiencias y descubrimientos en aquel país sorprendente, lejano y
prohibido por entonces, que muy pocos occidentales tuvieron el privilegio de conocer. Ella misma tuvo que
disfrazarse de lama para poder viajar por él. Un país, celoso guardián de su cultura y espiritualidad por
temor a ser contaminado, cuyas gentes se vieron obligadas a la fuerza a extenderse por el mundo y dar a
conocer de manera universal sus tesoros espirituales.